Una profesora universitaria intenta desentrañar un mensaje procedente del espacio. El mensaje no parece tener un sentido claro; no es una descripción de fórmulas matemáticas y ecuaciones (mirad lo que sabemos), ni una serie de diagramas esquemáticos (mirad lo que se puede construir). Del mensaje, una vez descifrado, no sale más que una caja. Una caja un tanto especial, eso sí, ya que permite el acceso a un universo hasta entonces inalcanzable. Pero mientras todo esto ocurre, en ese ambiente canadiense que tanto gusta de retratar Sawyer (adivinen su nacionalidad), su marido se ve acusado por su hija de abusos sexuales, y mientras trata de demostrar su inocencia trabaja en un proyecto de inteligencia artificial y en un ordenador cuántico que podría descifrar claves enormes en unos segundos; gracias a este último proyecto, Sawyer introduce una nueva línea argumental, que luego enlaza con otra, y otra, y otra...
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