domingo, 15 de junio de 2025

Leído: La piedra blanda de Rodrigo Cortés, Tomás Hijo

La piedra blanda - Rodrigo Cortés, Tomás Hijo. Barcelona: Random House, 2025. 224 p.

La piedra blanda, de Rodrigo Cortés y Tomás Hijo, es uno de esos libros difíciles de describir sin caer en la trampa de los adjetivos grandilocuentes. Es una fábula, sí, pero también una elegía, un cuento picaresco con ecos místicos, un relato deforme y bello a la vez. El protagonista, Pedro de Poco, es un ser extraño y viejo que habita un bosque donde devora pájaros vivos y espera, quién sabe qué, quizás recuperar el corazón que un día dejó como ofrenda. Su vida ha sido larga y disparatada: fue ladrón, pastor, rey, monje... y ahora solo queda el eco de esa existencia, contada como un susurro que mezcla lo real con lo imposible.

Rodrigo Cortés, conocido por su faceta de director de cine, demuestra aquí —como ya lo había hecho en sus anteriores libros— que tiene una voz narrativa poderosa, distinta, con un sentido del ritmo y del humor muy particular. Escribe con precisión barroca, con una sensibilidad que mezcla lo grotesco y lo poético, sin temor al exceso ni al misterio. No busca gustar a todos, y quizás por eso logra crear una obra tan singular.

Pero La piedra blanda no es solo texto. Tomás Hijo la acompaña con grabados tallados en madera que no ilustran el relato, sino que lo transforman. Cada imagen parece salida de un bestiario antiguo o de un libro prohibido; no se limitan a acompañar la historia, sino que la expanden, la contaminan, le dan un cuerpo físico. El libro entero, editado por Random House, tiene algo de objeto mágico, de códice perdido.

No es una lectura ligera ni convencional. Se mueve entre lo simbólico, lo filosófico y lo mitológico. A ratos desconcierta, a ratos conmueve. Es una obra que pide ser leída despacio, tocada, olida, observada. Y cuando se cierra, deja una sensación extraña, como si uno hubiese soñado algo que no entiende del todo, pero que de alguna manera sabe que era importante.

En definitiva, La piedra blanda es una experiencia literaria y visual que trasciende el formato habitual del libro. Un artefacto narrativo que desafía etiquetas y que, como Pedro de Poco, parece haber vivido muchas vidas.


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Pedro de Poco nació boca abajo y a la segunda. Ha sido monje, ladrón, santo, mendigo, pastor, nada. Su vida transcurre con la cadencia de las cosas pequeñas y las cosas grandes, que son las mismas cosas, inexplicables e ignoradas. En el mundo de Pedro de Poco hay jilgueros, grajos y buitres, sirenas y niños que tocan la vihuela, sobre un suelo lleno de milagros que no importan, maravilloso e indiferente. Pedro de Poco no es indiferente, es solamente una piedra que late. Una piedra blanda.

La piedra blanda es el fruto del trabajo conjunto entre el escritor y cineasta Rodrigo Cortés y el grabador Tomás Hijo; una novela enteramente tallada, hija de la tradición picaresca, que es también un homenaje al origen de todos los libros, al misterio y la fascinación de que están hechos los árboles del bosque.

«Rodrigo me mostró el primer borrador de su idea en un bar de Madrid. Lo leí mientras se zampaba una tostada enorme. El texto estaba lleno de misterios contados con franqueza y de imágenes deslumbrantes invocadas como cosas corrientes. Hay una emoción inconfundible (pero difícil de describir) que aparece cuando te encuentras con algo así: una impaciencia, una sensación casi física de necesidad, de ganas de agarrar un lápiz y de escuchar cómo la punta rasca el papel mientras las ideas toman forma».
Tomás Hijo sobre Rodrigo Cortés

«Perderse en un grabado de Tomás es abandonarse al placer de observar, buscar las siete diferencias sin comparar nada con nada. Qué agradecido se siente el escribidor entonces, cuando las palabras se disuelven en su tinta y de ellas sólo queda la estela. Porque La piedra blanda, huelga decirlo, no es texto ilustrado, es un motete a dos voces, una fuga a cuatro manos; nada es antes ni es después, todo es un cantar de ida y vuelta».
Rodrigo Cortés sobre Tomás Hijo

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