viernes, 25 de octubre de 2013

Escrito: El duelo

Lo que más echaba de menos eran las trenzas. Él siempre le hacia un par de trenzas por las noches como preludio de la noche. Cuando se conocieron llevaba el pelo muy corto, y él le insistió hasta que tuvo una larga melena hasta la cintura. Aunque tenían un dormitorio muy pequeño, el consiguió poner una tocador de los de antaño con su espejo, con su taburete, con su cepillo para el pelo, como en alguna de aquellas películas antiguas. Y cada noche le cepillaba la larga melena durante un rato eterno en el que hablaban de lo que había acontecido durante el día y luego le hacía unas trenzas perfectas, largas y que duraban toda la noche. Por la mañana el problema era de ella para deshacerlas y que le quedase una larga melena ondulada. Cuando él falto, fue lo primero y más importante que echo de menos.

1 comentario:

  1. Muy interesante, muy interesante. Ya lo he visto y lo viviré.

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