Alexander Pechmann, La biblioteca de los libros perdidos. Barcelona: Edhasa, 2010. 252 p.
Me gustan mucho los libros que hablan de libros, y en este caso es obra de no ficción habla de escritores, de sus obras, de sus lecturas, todo muy variado y muy entretenido.
La única pega es un matiz tan norteamericano con poca mención de autores hispanos, y que algunas historias están ya muy sobadas.
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La idea borgiana de que quizás el Universo (al que hay quienes se empeñan todavía en llamar biblioteca) sea infinito, es una de las premisas sobre las que se ha fundado esta laberíntica Biblioteca de los Libros Perdidos, que, de la mano de su subsubbibliotecario, el autor de este espléndido libro nos invita a visitar. Otra inscripción de Borges, Basta que un libro sea posible para que exista , preside la entrada a estas enormes salas, algunas de las cuales tienen en realidad un aspecto más bien kafkiano, donde se amontonan en aparente desorden obras robadas, quemadas, desaparecidas de los modos más violentos o enigmáticos que imaginarse pueda..., o incluso jamás escritas pero efectivamente creadas por sus autores. En este delicioso juego literario, Alexander Pechmann hace un magistral recorrido por las obras que nunca llegamos a leer de Malcolm Lowry, Mérimée, Byron, Blaise Cendrars, Helmann Melville o Safo de Lesbos, en lo que es tanto una invitación a la lectura como un salto al País de las Maravillas, resumiendo argumentos, explicando cómo se perdieron o por qué motivos no llegaron a escribirse. Ningún lector debería dejar de leer los libros que jamás podrá leer.
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