Yo, que he leído mucho, a veces tengo la sensación de que ciertos libros son refritos de otros. En este caso se trata de un tema muy interesante, al menos para mi, la historia de los coleccionistas de libros, y cómo estos son los que son, pues muchos nuevos no hay (nadie menciona nunca a Keith Richards o a otras celebridades actuales).
Y en este caso tengo la sensación que el autor ha hecho un resumen de todos los libros leídos sobre coleccionistas de libros a lo largo de su larga carrera profesional y lo ha condensado en esta breve obra.
Menciona a los coleccionistas de siempre y lo hace de una manera simpática que haces que los adores, a pesar de las maldades que hicieron para conseguir libros.
Mi preferido Don Vicente, el más conocido como el librero asesino de Barcelona.
---
Sumario:
Henry E. Huntington o la verdadera diversión
Don Vicente o la insania bibliográfica
El conde Libri-Carucci patrón de los bibliocleptómanos
Magliabechi o el hombre biblioteca
Samuel Pepys o la biblioteca de una caballero
El reverendo Thomas Frognall y el bautizo de la bibliomanía
Cicerón o las tribulaciones de un estoico amante de los libros
El insaciable buscador Francesco di Petracco
Kant se prende fuego
Sir Thomas Philips o el retrato de una obsesión
Giacomo Casanova o el amante de las bibliotecas
Pierre Berès, la maquina de seducir
Normasn H. Strousse o el amor a Stevenson
Antoine-Marie-Henrie Boulard, el depredador
Lenkiewicz, el bibliómano ocultista
Richard Heber, el hombre que dejó ocho casas
Warburg o el hipertexto imposible
La biblioteca de Robert Darnton
Gómez de la Cortina o distraer las horas leyendo
De la erótica de los libros antiguos
Ramón y los libros
Karl Kraus, el irreprimible
Logan o el hambre insaciable de conocimiento
Theodor Mommsen o el ardor
Lansky o la memoria viva de los libros
Henry E. Huntington o la verdadera diversión
Don Vicente o la insania bibliográfica
El conde Libri-Carucci patrón de los bibliocleptómanos
Magliabechi o el hombre biblioteca
Samuel Pepys o la biblioteca de una caballero
El reverendo Thomas Frognall y el bautizo de la bibliomanía
Cicerón o las tribulaciones de un estoico amante de los libros
El insaciable buscador Francesco di Petracco
Kant se prende fuego
Sir Thomas Philips o el retrato de una obsesión
Giacomo Casanova o el amante de las bibliotecas
Pierre Berès, la maquina de seducir
Normasn H. Strousse o el amor a Stevenson
Antoine-Marie-Henrie Boulard, el depredador
Lenkiewicz, el bibliómano ocultista
Richard Heber, el hombre que dejó ocho casas
Warburg o el hipertexto imposible
La biblioteca de Robert Darnton
Gómez de la Cortina o distraer las horas leyendo
De la erótica de los libros antiguos
Ramón y los libros
Karl Kraus, el irreprimible
Logan o el hambre insaciable de conocimiento
Theodor Mommsen o el ardor
Lansky o la memoria viva de los libros
---
«Los coleccionistas que desfilan por estas páginas de tan peculiar santoral, lo son cada uno a su manera. De modo que su enfermedad debería recibir un nombre propio por cada desviación, por cada mutación del gen del deseo de la propiedad y de la anexión bulímica. Pulsiones incurables, en todo caso, por cuanto, a medida que se va acercando a la saturación, el horizonte del bibliómano siempre retrocede, pues de modo continuo le salen al paso noticias de libros fabulosos y perdidos, en una suerte de moderna reedición del suplicio de Tántalo. La inteligencia acaso del bibliófilo consiste en último término en este poner su deseo en un objeto en rigor inagotable, y permanecer entonces espoleado para siempre por una inquietud que no se sacia, y eso hasta el fin de sus días, comunicándoles a los mismos un sentido, y hasta una suerte de misión, que el bibliósofo se toma muy en serio.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario