Una historia distópica argentina, donde rige el canibalismo, después de que un virus haya atacado a todos los animales, y la única manera de conseguir carne es la humana. Y bajo este mundo aparece la historia de Marcos Tejo, separado de su esposa a raíz de la muerte de su hijo pequeño, y de cómo un pequeño regalo, en forma de mujer para ser comida, cambia totalmente su mundo.
Me gustan mucho las historias diferentes, y está lo es. Un mundo sin animales y donde el hombre se ha convertido en un cazador para sus semejantes, con tal de conseguir proteínas animales.
Yo soy de comer poca carne y siempre camuflada, muy camuflada, de hecho manipularla me da incluso un poco de asco, y leer en esta novela como se descuartiza un ser humano para ser comido es bastante duro.
Una novela recomendable, en estos tiempos de pandemia, para recordarnos que podría ser peor.
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La súbita aparición de un virus letal que ataca a los animales modifica de manera irreversible el mundo: desde las fieras hasta las mascotas deben ser sistemáticamente sacrificadas, y su carne ya no puede ser consumida. Los gobiernos enfrentan la situación con una decisión drástica: legalizando la cría, reproducción, matanza y procesamiento de carne humana. El canibalismo es ley y la sociedad ha quedado dividida en dos grupos: los que comen y los que son comidos. Marcos Tejo, encargado general del frigorífico Krieg, separado de su esposa y a cargo de su padre, es un oscuro burócrata. El día en que recibe como regalo una mujer criada para el consumo, las tentaciones lo transforman en una conciencia peligrosa de pliegues truculentos que lo llevará a transgredir las nuevas normas hasta límites que la sociedad desconoce.
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