Ayer el Speedy vino de la clase de biología del instituto con el encargo de cuidar de una planta de fresas y de ver como evolucionaba. Es un trabajo optativo, pero le apetecía hacerlo.
En definitiva, ahora tengo una planta más en nuestro diminuto balcón de ciudad.
Y hoy empiezo nuevo libro, El coste de vivir - Deborah Levy, y en las primeras páginas me encuentro con este texto:
Me habían regalado dos pequeñas matas de fresas en flor y les gustaba vivir en el balcón. ¿Cómo conseguían esas plantas perennes dar frutos escarlatas en noviembre? Por lo visto se trataba de una planta que había evolucionado antes de la última glaciación, así que tal vez le gustará el frío.
¿Serendipia?
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