El Coste de vivir / Deborah Levy ; traducción de Cruz Rodríguez Juiz. Barcelona: Literatura Random House, 2019. 155 p.
Esta biografía de Deborah Levy, continuación de una anterior que no he leído (todavía) Cosas que no quiero saber, me ha gustado mucho. En ella Levy explica su vida tras la separación del padre de sus hijas, y de como dejo de vivir en una enorme casa en las afueras de Londres para irse a vivir al centro de Londres, y de cómo dedico todo su tiempo a escribir para conseguir dinero para poder sobrevivir.
Sus continuas referencias a Marguerite Duras o Simone de Beauvoir, dos de mis escritoras de cabecera, hace que su lectura sea una delicia.
Explica ese período de su vida con intercalaciones de como llego a vivir en Londres, cuando sus padres huyeron del régimen opresor de Sudáfrica y llego con 9 años a Londres. O de cómo murió su madre, con una historia sobre helados que hizo que prácticamente llorará en el metro.
Y eso me hace recordar la historia que me paso con mi madre en su hospitalización previa a su muerte. A mi madre le gustaban los churros, y dado que yo me encargaba de su cuidado de los sábados por la mañana, para que mi padre descansase un poco, que no lo hacía, por que se quedaba con mi speedy, pues pensé en llevarle churros para desayunar, bien no le iban a hacer (el churro no se caracteriza por su digestión fácil), pero dado que ya nos había dicho que se moriría antes de acabar el año (con el tacto exquisito de los médicos), pues como mínimo que disfrutase con una cosa que le gustaba y que le apetecía, total que la búsqueda de churros los sábados de noviembre a las 6:00 de la mañana por el Eixample se hizo larga y complicada, porque no había churrerías abiertas, y al final conseguí llegarle un par de veces, yendo a una churrería de estas que abren toda la noche, pero me costo mucho. Y mi madre se comió su par de churros que le sentaron fatal pero que disfruto en boca.
Y continuando con el libro, pues que ya he reservado en la biblioteca la primera parte de la biografía y he conseguido otra obra suya, y a leerlas.
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A través de un diálogo con intelectuales como Marguerite Duras o Simone de Beauvoir, y mediante recuerdos que evoca con elocuencia, sensibilidad y un delicioso sentido del humor, Levy se pregunta cuál es ese papel ficticio escrito por hombres e interpretado por mujeres al que llamamos «feminidad». Cualquiera que haya luchado por ser libre y por construir una vida propia sabe que es precisamente eso: una lucha constante en la que se paga un coste por vivir.
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