martes, 28 de octubre de 2025

Leído: La mujer helada de Annie Ernaux

La Mujer helada - Annie Ernaux ; traducción: Lydia Vázquez Jiménez. Barcelona : Cabaret Voltaire, 2015

Ella crece en una familia obrera del norte de Francia, entre la tienda de comestibles de sus padres y el deseo de escapar de ese destino previsto para las mujeres de su entorno: trabajar, casarse, servir. Desde niña comprende que la educación puede ser su vía de huida. Estudia con determinación, asciende, se convierte en profesora. En la universidad descubre un mundo nuevo, donde la cultura y las ideas parecen prometerle la libertad que su madre nunca tuvo.

Pero la historia que cuenta Annie Ernaux no es la de una emancipación plena, sino la de una trampa que se despliega lentamente. La narradora, ya adulta, enamorada, cree que su amor conllevará una relación igualitaria. Sin embargo, el matrimonio y la maternidad la devuelven, con una crudeza helada, a las estructuras que creía haber dejado atrás. Los platos sucios, las cenas familiares, la doble jornada, la renuncia a escribir, a pensar, a ser. La “mujer moderna” que soñaba ser se convierte, sin apenas advertirlo, en la “mujer helada”: esa figura inmóvil, disciplinada, moldeada por siglos de costumbre.

Ernaux escribe con su estilo característico: sin adornos, sin sentimentalismo, con una prosa casi clínica que no por ello deja de doler. La frialdad del tono contrasta con la intensidad del contenido, creando una sensación de extraña distancia: como si la autora se observara a sí misma desde fuera, diseccionando la anatomía del sometimiento cotidiano. 

La mujer helada no es solo un relato autobiográfico, sino un espejo social. En él, muchas lectoras pueden reconocerse: en la ambición que se enfría, en la desigualdad que se disfraza de amor, en la rabia muda que acompaña a los gestos repetidos. Es un libro que incomoda porque desmonta las ilusiones del progreso, mostrando que incluso en el corazón de la modernidad persisten los viejos mandatos.

Cuando la narradora se describe finalmente como “helada”, entendemos que no se trata de frialdad emocional, sino de un estado de supervivencia: la congelación como defensa ante una vida que ha ido reduciendo su espacio de libertad. Ernaux no busca consuelo ni redención; ofrece, en cambio, una mirada lúcida, feroz y necesaria sobre la condición femenina.

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Tiene treinta años, es profesora, casada con un ejecutivo, madre de dos niños. Vive en una casa confortable. Sin embargo, es una mujer helada. Igual que miles de mujeres ha sentido cómo su curiosidad, su impulso vital se iban anquilosando a fuerza de un trabajo que compaginar con compras que hacer, cenas que cocinar, baños de niños que preparar Todo eso que se entiende por la condición normal de mujer.

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