Tengo una lista enorme de libros para leer, y de tanto en tanto voy a la biblioteca y encuentro alguno.
En este caso se trata de una novela de un autor francés, profesor de la ESO, bueno el equivalente de aquí más o menos, que explica la historia del grupo de 3º de la ESO al que le toco hacer clase después de que el profesor titular se suicidase.
Y aquí empieza el misterio, ¿por que se suicido? ¿por qué este grupo da miedo? ¿por qué empieza a recibir llamadas anónimas? ¿por qué una alumna del grupo es apalizada por sus compañeros? ¿por qué sus padres aceptan este grupo tan compacto?
Y a pesar de que el autor da respuestas a algunas de estas preguntas, otras quedan sin responder.
Yo quería saber la respuesta a todas estas preguntas, y leía y leía para saberlas, pero me he quedado con la sensación de que falta información, del por qué de todas esas historias, y esa es la sensación de esta lectura, me falta algo, un hervor para que la historia fuese redonda.
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En el centro de enseñanza secundaria de Clerval, cerca de Tours, acaba de suicidarse, tirándose por la ventana del aula, Éric Capadis, un joven profesor de geografía e historia. Cuando su sustituto, Pierre Hoffman, toma contacto con sus nuevos alumnos, descubre en ellos conductas extrañas. Los adolescentes, muy unidos entre sí, anormalmente disciplinados, forman un bloque impenetrable. Y, ante todo, se desprende de ellos una hostilidad imprecisa. Una violencia sorda que podría convertirse en extremada, por lo que el narrador intuye. Bromas de niños inmaduros, piensa Hoffman al principio, tras llegarle por correo un peculiar objeto de peluche, cuando se encuentra con que le han cortado la cara con un cúter a una alumna que se había limitado a «ponerlo sobre aviso», o cuando cae en sus manos un vídeo de enigmático contenido. Pero todo el centro docente parece conspirar para quitarle hierro a la situación. Lúcido y paralizado, Hoffman va cayendo progresivamente en la cuenta del ascendiente de esos niños dentro de la descomposición escolar y de sus artes de manipuladores. Y mientras los acontecimientos se van acelerando, presencia, impotente, cómo sigue adelante el plan que han concebido. Como un desenlace lógico de su destino autista. Como una escenificación impecable de su adiós al mundo.
¡Hola guapa!
ResponderEliminarNo te digo que no a leerlo, aunque no pueda ser por ahora. Me parece interesante...
Un besito.