domingo, 8 de marzo de 2015

Leído: El estado de las almas de Giorgio Todde

Giorgio Todde, El estado de las almas. Madrid: Siruela, 2004. 144 p.

La literatura italiana contemporánea, excepto casos concretos, no me interesa especialmente, aún así de tanto en tanto, le doy una oportunidad, y este ha sido el caso. Se trata de una novela de misterio ambientada a principios de siglo en un pueblo de la isla de Cerdeña, una isla que todavía recuerda su dominación española de hace unos cuantos siglos, y donde los españoles aparecemos como el “coco”.

La historia sobre un pueblo donde el párroco está obsesionado por los números de habitantes del pueblo, y emulando al Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, cada vez que nace alguien debe morir alguien y viceversa, y eso se consigue por las buenas o por las “malas” como es el caso de la historia que nos explica Todde.

La recreación de la vida rural está muy conseguida, y la visión de la sociedad tan clasista y típica de los pueblos de antaño refleja la realidad italiana de aquel momento y también de la española, donde las “fuerzas vivas” eran el alcalde, el cura, el médico, el maestro y el señor rico, y de hecho en la novela los principales protagonistas son el médico, el cura y la señora rica.

El desenlace me ha gustado, aunque me ha sorprendido, ya que no deja títere con cabeza, y eso la convierte en una novela transgresora por el final.

Una novelita para leer en una tarde.

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Finales del siglo XIX. En el minúsculo pueblo de Abinei, de 164 almas, enrocado sobre los montes de la Cerdeña oriental, un orden divino superior ha igualado siempre las cuentas entre vivos y muertos, puesto que a cada nacimiento siempre corresponde una defunción, y viceversa: así nada cambia jamás. Sin embargo, la extraña muerte de la anciana y rica viuda del notario –mientras en el pueblo una mujer da a luz a dos gemelos– altera la secular inmovilidad matemática de la comunidad. El médico, Pierluigi Dehonis, no hace caso de los números, pero en esta muerte ve algo innatural, terrible. De hecho, piensa en un homicidio, por lo que pide ayuda a un viejo compañero de estudios, el célebre embalsamador Efisio Marini, quien acepta realizar una autopsia al cadáver que confirma su hipótesis: homicidio. Por desgracia, la sombra que amenaza Abinei se alarga: otros crímenes siguen al primero perpetrados con el mismo refinamiento y recurriendo a una macabra simbología. El histriónico Marini se transforma así en un insólito detective envuelto en una tormentosa investigación.

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