La tercera parte de la saga Outlander continua siendo tan emotiva como las dos anteriores. Después del final tan triste de la segunda parte, en esta volvemos a encontrarnos los protagonistas, que consiguen volver a estar juntos (no explico nada que no se intuya por el dibujo de la cubierta), y las aventuras que vuelven a vivir, en este caso mucho más intensamente y en tierras américanas, dónde se ven obligados a emigrar.
Continua siendo una historia maravillosa, y con momentos muy emotivos que te hacen saltar las lágrimas. Y obviamente la historia de amor entre ellos dos continua siendo tan apasionada como siempre, o aún más después de este reencuentro.
Una pequeña delicia continuar leyendo Outlander, ahora a por el 4.
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Cuando Claire Randall concibe la esperanza de que su amado James Fraser pudo haber sobrevivido a la guerra entre ingleses y escoceses, decide emprender un nuevo viaje en el tiempo para intentar reunirse con él. Y pese a que lo consigue, Claire y James se ven obligados a iniciar una larga travesía hacia las exóticas y desconocidas costas del Caribe, donde, entre las amenazas de los piratas y los misterios del vudú, procurarán forjarse una nueva vida lejos de las brumosas y beligerantes islas británicas.
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