Leí el argumento y me pareció una buena historia, una mujer que por un accidente con rayos y truenos a la edad de 20 años, y en la década de los años 30 del siglo pasado, no envejece nunca, con lo que cuando el gobierno de EEUU lo descubre, la quieren utilizar como conejillo de indias, lo que le lleva a escaparse y se ve obligada periódicamente a cambiarse de identidad y a no llevar una vida todo lo estable que le gustaría.
La trama se centra cuando inicia una relación con un joven, Ellis Jones,y al conocer a su familia se da cuenta que el padre del chico, Harrison Ford, fue un amor de juventud, allá por los años 60, y cómo él la reconoce, a pesar de ella explicar que es la hija de aquella joven de los 60, y no entiende como continua igual que hace 30 años, y entra en crisis, y ello le acarrea un sinfín de problemas a Adaline.
La película prometía mucho y desgraciadamente se queda en nada, en una bonita fabula con mucha voz en off al inicio y al final. Y luego la actriz Blake Lively, bellísima y fotogénica, tampoco es que se luzca mucho.
Adaline Bowman (Blake Lively), nacida a comienzos del siglo XX, adquiere a los 29 años la eterna juventud tras un accidente. Tras años de vida solitaria y permanecer con la misma edad durante 8 décadas, conoce a Ellis Jones (Michiel Huisman), un hombre por el que podría merecer la pena perder la inmortalidad. (FILMAFFINITY)
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