Siguiendo la estela de las narraciones de El primer trago de cerveza, Philippe Delerm, nos ofrece otra recopilación de pequeños relatos de pequeños placeres cotidianos que todos paladeamos pero que desgraciadamente no disfrutamos como debería ser.
Me ha gustado mucho, a pesar de ser un poco más flojo que el primero, y es de aquellos libros de tener en el estante y releer de vez en cuando.
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¡Otra vez entre nosotros Philippe Delerm, que nos deleitó con El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida (Los 5 Sentidos 28 y Fábula 160)! Nadie como él ha sabido captar los detalles en los que, en medio del bullicio y del estrés, apenas reparamos y que de pronto otorgan sentido a nuestra vida. Celebración del instante, La siesta asesinada, ya en los primeros puestos de la lista de libros más vendidos en Francia, da un paso más allá y nos sitúa de lleno en las vicisitudes de la vida cotidiana.
Fernando Savater escribió que a El primer trago de cerveza habría que añadir nuestros pequeños temores y sufrimientos, y así, «juntando ambos, el lector se haría con nuestra exhaustiva semblanza en cuerpo y alma». Pues bien, Delerm lo ha logrado: en La siesta asesinada completa y redondea la lista de nuestros pequeños placeres con la de los pequeños altibajos de la vida diaria.
Cuando ya nos disponíamos, en medio del calor de agosto, a echarnos esa reparadora siesta —no queda nadie en casa y reina un silencio sepulcral—, de pronto llegan, con un poco de adelanto, los invitados que esperábamos; ya se ha perpetrado el crimen: ¡adiós siesta! Ésta y otras situaciones similares son las queDelerm nos ofrece con las dotes narrativas y de observación que lo han hecho célebre. Después de leer La siesta asesinada, todas estas vivencias jamás volverán a ser las mismas.
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