Días tranquilos en Clichy - Henry Miller. Madrid: Alfaguara, 1981. 133 p.
Quiet days in Clichy
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos
En mi juventud creo que leí y compre absolutamente todo lo publicado en castellano de Henry Miller y de Anaïs Nin, pero ahora hacia unos años que no leía nada. Y el otro día cayo en mis manos este Días tranquilos en Clichy y decidí releerlo.
Las aventuras de Henry Miller en el París de la década de los 30 remiten a ese período dorado de París y de Francia, donde todo era bonito y maravilloso, y donde los americanos iban a vivir su sueño de europerización, es la época de Gertrude Stein, de Hemingway y su Paris era una fiesta, la época que tan bien retrata Woody Allen en aquella película protagonizada por Owen Wilson Medianoche en París.
Las historias de Días tranquilos hacen referencia a cómo sobrevivía con poco dinero y muchas ganas de comerse el mundo Henry Miller en París, y mención especial merecen sus aventuras sexuales con multitud de mujeres, un tema que él domina bien. Continua pareciéndome de elevado voltaje sexual a pesar de tener casi un siglo, quizás por la crudeza de las escenas.
Me ha vuelto a gustar, por el poder evocador de un París perdido, y por qué este título Días tranquilos... me parece fantástico, ya que esos días fueron de todo menos tranquilos.
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Sumario
Días tranquilos en Clichy
Mara-Marignan
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Los dos relatos que componen este libro, "Días Tranquilos en Chichy" y "Mara-Marignan" tienen una historia editorial bastante singular. Recién regresado a París en 1940 sin una moneda en el bolsillo, Miller aceptó el encargo que le hizo Barnet Runer de escribir a un dólar la página de novela erótica para un erotómano y coleccionista de OKlahoma. De ahí surgieron las primeras versiones de esta obra. Si Henry Miller fue capaz de ofrecer una imagen indeleble de Nueva York, en "Trópico de Capricornio". Pero el hecho de establecerse luego en la Ciudad de la Luz le convirtió en un observador priviligiado de la vida parisina y a través de las juergas sexuales de sus amigos y compañeros de piso Joey (Miller) y Carl (Alfred Perlés), traza una espléndida imagen del París nocturno, protibulario y sórdido de 1933.
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