Un comic de un autor francés, un cronista de la sección gastronómica de la web del diario Le Monde, y habla sobre comida y bebida, de hecho si en la biblioteca hubiese estado en el apartado de gastronomía no hubiese desentonado demasiado.
Se trata de un libro de la alegría de cocinar con ingredientes variados y la felicidad de comer.
No me ha acabado de gustar por no ser una novela gráfica sino más bien un tratado sobre gastronomia.
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Guillaume Long -que «guisa» a diario para la sección gastronómica de la web del diario Le Monde- nos propone en estas páginas una serie de estimulantes reflexiones sobre el arte culinario.
Además de una necesidad, comer y beber se puede convertir en un placer, una diversión, incluso una pasión. Pero a la hora de preparar los alimentos, siempre surgen todo tipo de dudas. ¿Cuál es el truco para lograr un buen risotto con puntas de espárragos al parmesano? ¿Cómo se prepara un buen pesto a la genovesa? ¿Y un conejo a la cerveza? ¿Existe un ritual adecuado para saborear ostras? ¿Y qué juego dan el foie-gras, los cannelloni, el carpaccio...?
En A comer y a beber, el lector no hallará cantidades precisas ni tiempos de cocción cronometrados, pero sí numerosos experimentos, anécdotas, crónicas de la buena mesa y, sobre todo, un mandato inequívoco: ¡a comer y a beber!
Guillaume Long -que «guisa» a diario para la sección gastronómica de la web del diario Le Monde- nos propone en estas páginas una serie de estimulantes reflexiones sobre el arte culinario.
Además de una necesidad, comer y beber se puede convertir en un placer, una diversión, incluso una pasión. Pero a la hora de preparar los alimentos, siempre surgen todo tipo de dudas. ¿Cuál es el truco para lograr un buen risotto con puntas de espárragos al parmesano? ¿Cómo se prepara un buen pesto a la genovesa? ¿Y un conejo a la cerveza? ¿Existe un ritual adecuado para saborear ostras? ¿Y qué juego dan el foie-gras, los cannelloni, el carpaccio...?
En A comer y a beber, el lector no hallará cantidades precisas ni tiempos de cocción cronometrados, pero sí numerosos experimentos, anécdotas, crónicas de la buena mesa y, sobre todo, un mandato inequívoco: ¡a comer y a beber!
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