Te prometo, hijo, que siempre te voy a querer pero no te creas que eso significa que siempre te voy a dar la razón.
Te prometo, hijo, que siempre estaré a tu lado, que siempre podrás contar conmigo y siempre te alentaré, pero nunca olvides que tú serás el responsable de tu vida.
Te prometo, hijo, que siempre voy a respetar tus creencias, ideas, pensamientos y valores porque anhelo que tú, al igual que yo, encuentres en las creencias, ideas, pensamientos y valores el faro que ilumina el camino de la vida a sabiendas de que es un camino con innumerables atajos.
Te prometo que nunca te echaré en cara las lágrimas que vierta por ti.
Te prometo que, en esta vida tan efímera, en todos y cada uno de los días del calendario encontraré una razón para no perder mi confianza en ti.
Te prometo, hijo, que no me empeñaré en hacer de ti “mi ilusión”, pero te acompañaré en todo lo que tú quieras ser.
Te prometo que siempre tendrás mi mano tendida para que te aferres a ella cuando más lo necesites.
Y si un día sientes que flaqueo en alguna de mis promesas, no te decepciones, solo recuérdame todo lo que te quiero.
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