miércoles, 4 de octubre de 2017

Leído: El chal de Cynthia Ozick

El chal - Cynthia Ozick. Barcelona: Lumen, 2016. 99 p.

Esta breve novela destila toda la amargura de los sobrevivientes del holocausto judío desde el punto de vista de una mujer, que sobrevivió junto a su sobrina, pero por el camino perdió a su hija. He leído mucho sobre el tema pero siempre desde el punto de vista masculino (Primo Levi, Imre Kerstez, etc.), y leer desde el punto de vista femenino se agradece ya que permite saber que sintieron esas madres que perdieron a toda su familia. Siempre pienso en esa falacia de que existen palabras como huérfano, viudo, pero ninguna que defina a unos padres que pierden a su hijo.
Conozco a unos cuantos padres que perdieron a su hijo y su tristeza, su manera de enfocar la vida es tan diferente.
La novela refleja la vida de Stella y Magda, que una vez acabada la II Guerra Mundial deciden emigar a Estados Unidos, y en la novela se explica como viven, y mediante breves flash back recuerdan su vida, y todo con el hijo conductor del chal, que ha sobrevivido a todas las andanzas familiares.
Me ha parecido una obra deliciosa donde los sentimientos van a flor de piel, y no se pierde de vista las desgracias del holocausto, y todo lo que sucedió en Europa en aquellos fatídicos años.
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Un trapo que gotea leche, el sabor extraño de un dedo en la boca, un lugar sin piedad envuelto en alambres y tres nombres que estallan en la oscuridad: Rosa, Stella y Magda. Fueron los tiempos sin sentido en un campo de concentración donde el horror se repartía a granel, pero hubo quien logró sobrevivir, llevar su tragedia lejos e hilvanar un futuro.

Stella ahora está en Nueva York y se ha inventado una vida nueva. Magda... Magda era muy niña cuando todo pasó. Rosa ha ido rodando como un botón maltrecho hasta las costas de Florida, y cultiva su extravagante cordura por las calles de Miami. Para ella no hay futuro porque todo es pasado y la memoria, terca, insiste en devolverle aquel chal sucio con sabor a leche y saliva...

Con esas pocas cosas, casi nada para casi nadie, Cynthia Ozick construyó en 1977 esta pieza única en la literatura del siglo XX, y Oscar Astromujoff ha iluminado sus palabras con unas imágenes que indignan y emocionan.

«Estas ilustraciones son hilos visionarios, gritos silenciosos que hieren el aire y se quedan grabados en la retina... Estoy emocionada.»
Cynthia Ozick

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