En esta novela, a través de dos voces entrelazadas, nos invita a reflexionar sobre la pérdida, la comunicación y la búsqueda de sentido en un mundo cada vez más complejo.
Por un lado, tenemos a un profesor de griego que lucha contra la ceguera, una enfermedad que lo aleja cada vez más del mundo que lo rodea. Su pasado como inmigrante en Alemania y su presente en Corea lo llevan a cuestionar su identidad y su lugar en el mundo.
Por otro lado, conocemos a una mujer que, tras un trauma infantil, ha perdido la capacidad de hablar. A través de sus silencios, nos adentra en un mundo interior lleno de emociones y recuerdos que busca expresar de alguna manera.
El lenguaje como puente y barrera: El griego antiguo, una lengua considerada muerta, se convierte en un hilo conductor entre los personajes. A través de sus clases, el profesor busca transmitir no solo conocimientos gramaticales, sino también una forma de ver el mundo
y de entender la condición humana.
Una obra conmovedora y poética que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la comunicación, la fragilidad de la existencia y la belleza de la palabra. A través de sus personajes, Han Kang nos muestra cómo el lenguaje puede ser tanto una herramienta de conexión como una barrera insalvable.
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En Seúl, una mujer asiste a clases de griego antiguo. Su profesor le pide que lea en voz alta pero ella permanece en silencio; ha perdido la capacidad del lenguaje, así como a su madre y la custodia de un hijo de ocho años. Su única esperanza de recuperar el habla es mediante el aprendizaje de una lengua muerta.
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