El Último lector - David Toscana. Barcelona : Mondadori, 2005. 190 p.
Una novela que va más allá de una trama intrigante para sumergir al lector en una reflexión profunda sobre la condición humana, la importancia de la lectura y la decadencia de un pueblo.
Toscana pinta un cuadro desolador de un pueblo que ha olvidado el valor de los libros y la lectura. La biblioteca, un espacio antes vibrante, se ha convertido en un mausoleo de palabras sin lectores. Esta metáfora se extiende a la sociedad en general, donde la comunicación superficial y la inmediatez amenazan con sofocar la reflexión y la profundidad.
El protagonista, Lucio, el bibliotecario, encarna la soledad de aquel que busca en los libros un refugio ante un mundo indiferente. Su aislamiento se intensifica con la muerte de su hijo y el descubrimiento del cuerpo de una niña, lo que lo lleva a cuestionar su propia existencia y su papel en la comunidad.
A través de la lectura, Lucio intenta encontrar respuestas a las preguntas existenciales que lo atormentan. Los libros se convierten en su guía, en su forma de conectar con el mundo y de darle sentido a la vida. Sin embargo, se da cuenta de que incluso los libros pueden ser insuficientes para llenar el vacío interior.
Toscana juega con los límites entre la realidad y la ficción, creando una atmósfera onírica y ambigua. La historia del pueblo de Icamole se entrelaza con los relatos de los libros, lo que dificulta distinguir entre lo que es real y lo que es producto de la imaginación de Lucio.
La prosa de Toscana es rica en imágenes y metáforas, creando una atmósfera poética y onírica que envuelve al lector. Sus descripciones del paisaje desértico y de la biblioteca abandonada son especialmente evocadoras.
La narración tiene un ritmo lento y pausado, que invita a la reflexión y a la contemplación. Las frases son largas y elaboradas, creando una sensación de musicalidad.
La novela es una reflexión sobre la escritura misma. Toscana juega con las convenciones narrativas y utiliza la literatura como herramienta para explorar la condición humana.
En conclusión, "El Último Lector" es una novela que invita a la reflexión sobre la importancia de la lectura y la cultura en nuestra sociedad. A través de una prosa poética y evocadora, Toscana crea una atmósfera única que sumerge al lector en un mundo de soledad, pérdida y búsqueda de significado.
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A pesar de que alguna vez fue un yacimiento marino, Icamole es ahora un pequeño pueblo perdido en la geografía mexicana donde hace mucho que no llueve. El paisaje es seco y polvoso, la tierra está resquebrajada y todos los pozos están agotados; salvo el de Remigio, quien al ir en busca del líquido vital para él y su árbol de aguacates, se encuentra con una niña muerta en el fondo del yacimiento. Ante la sorpresa, Remigio avisa a su padre Lucio, el agrio bibliotecario de un pueblo donde nadie lee. Contaminado por sus lecturas, gracias a las cuales mezcla realidad y ficción de modo que la segunda le ayuda a vivir en la primera, Lucio le recomienda a Remigio que entierre a la niña, que es bautizada bajo su árbol como Babette, heroína de uno de los libros preferidos del bibliotecario.
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