En esta obra Alonso explica el viaje y el tiempo que estuvo viviendo en la isla de Gozo, del archipiélago de Malta (que me sonaba por un viaje que hizo mi hijo el pasado verano).
Alonso vive con su pareja, y en teoria se dedica a estudiar inglés, pero en la práctica se dedica a vivir, a pensar, a pasear, en un isla.
Alonso habla del turismo masivo que afecta a la isla, de como son sus gentes, de como funciona el aprendizaje de un idioma, y de como unos simples melocotones (los de la cubierta del libro) son motivo de contemplación.
Me ha recordado la obra de Marta D. Riezu Agua y jabón, sin la patina cultural de ella.
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«¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?», se pregunta la narradora, quien reconstruye su experiencia en una pequeña isla del archipiélago de Malta. Una abarcable geografía mediterránea, propicia para sentir y pensar también desde el cuerpo; el clima exacto para reflexionar sobre los dilemas planteados por el trabajo (o su falta), la política del tiempo, los envites del turismo, el deseo de autenticidad y tantos otros ambiguos imperios contemporáneos.
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