La primera vez que leí esta novela tenía unos 14 o 15 años y 40 años después repito, y reconozco que me he vuesto a divertir igual que la primera vez.
Es una novela que te transportará a la Barcelona de la Transición a través de una trama detectivesca llena de humor negro, ironía y crítica social.
La historia gira en torno a la desaparición de niñas del internado de las madres lazaristas de San Gervasio. El comisario Flores, desconcertado por la falta de pistas y la presión social, recurre a la ayuda de un peculiar personaje: un interno del manicomio del que desconocemos el nombre, conocido por su inteligencia y astucia.
El protagonista, bajo la vigilancia del guardia Celestino, acepta el caso y se adentra en una investigación plagada de excentricidades, personajes pintorescos y situaciones absurdas. A medida que profundiza en el misterio, descubre una red de secretos, mentiras y tejemanejes que involucran a miembros de la alta sociedad barcelonesa.
El humor negro y la ironía que impregna toda la obra, creando una atmósfera mordaz y crítica.
La crítica social que subyace en la historia, exponiendo la hipocresía, la corrupción y los vicios de la clase alta barcelonesa.
La originalidad de la trama, que mezcla elementos detectivescos con toques de farsa y sátira.
Los personajes entrañables y excéntricos, que aportan un toque de humor y surrealismo a la historia.
IA
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Las enigmáticas desapariciones de niñas del Colegio de las Madres Lazaristas de San Gervasio son el inicio de la aventura indagatoria que tiene como protagonista a un interno de un manicomio, quien, obligado a convertirse en investigador, se verá envuelto en toda clase de percances de los que logrará salir descubriendo una intrincada farsa de gente pudiente.
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