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lunes, 2 de enero de 2023

Leído: Todo va a mejorar de Almudena Grandes

Todo va a mejorar - Almudena Grandes ; nota final de Luis García Montero. Barcelona : Tusquets, octubre de 2022. 500 p.

Asociació a Almuedena Grandes a obras más costumbristas o históricas y no a novelas distópicas, y esta su última novela es quizás la más sorpréndete.
Recrea un mundo futuro no demasiado alejado en el tiempo a la actualidad, donde en España y en Europa impera una dictadura digital dirigida por un grupo empresarial, donde se consiguen grandes mejoras sociales, a costa de la libertad, y de como un resistencia lucha para remediar esta situación.
Los personajes representan a casi todas las clases sociales, y edades  y sexo, y esa variedad hace que sea una lectura muy entretenida.
Se ve que el último capítulo lo escribió el marido, Luis García Montero, pero sinceramente yo no he notado ningún cambio de estilo.
Una muy buena lectura.
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España en un futuro próximo. Un nuevo partido político llamado Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! ha arrasado en las elecciones. Quien lo dirige en la sombra es un empresario de éxito que propugna que el Consejo de Ministros funcione como un consejo de administración, y que tiene proyectos ambiciosos para arreglar el país. Tras la alarma de una ola de vandalismo, formará un nuevo cuerpo de Vigilantes, tras un Gran Apagón creará un acceso limitado a internet, y, ante las dificultades, estimulará la libertad de compras y consumo.


martes, 22 de noviembre de 2022

Leído: Los besos en el pan de Almudena Grandes

Los Besos en el pan - Almudena Grandes. Barcelona : Tusquets, 2018. 327 p.

La lectura de las obras de Almudena Grandes siempre te transportan a la España real, aunque ambientadas en Madrid se puede exportar a cualquier gran ciudad española. Aquí habla de como afecto la crisis del 2008 a un grupo de personas, que viven en el mismo barrio madrileño, y como a pesar de creer que somos seres aislados, vivimos en sociedad y todos los problemas de alguna manera nos afecta a todos.
Hay historias más conseguidas que otras, pero la sensibilidad de Almudena Grandes para conseguir que nos identifiquemos, hace que en su lectura siempre tengamos el corazón en un puño.
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¿Qué puede llegar a ocurrirles a los vecinos de un barrio cualquiera en estos tiempos difíciles? ¿Cómo resisten, en pleno ojo del huracán, parejas y personas solas, padres e hijos, jóvenes y ancianos, los embates de una crisis que “amenazó con volverlo todo del revés y aún no lo ha conseguido”? En la peluquería, en el bar, en las oficinas o en el centro de salud, los protagonistas vivirán momentos agridulces de una solidaridad inesperada, de indignación y de rabia, pero también de ternura y tesón. Y aprenderán por qué sus abuelos les enseñaron, cuando eran niños, a besar el pan.


viernes, 5 de agosto de 2022

Leído: Voces que cuentan: antología de Almudena Grandes...

Voces que cuentan : antología - Almudena Grandes [i 17 més]. Barcelona : Planeta Cómic, 2021. 135 p.

Una recopilación de historias de dibujantes contemporáneas españolas con textos de escritas conocidas.

Contiene los siguientes relatos:
“Julio”, por Julia Otero (Julia en la Onda) y Ada Diez (Hits With Tits)
“24 horas”, por Lola García (La Vanguardia) y Agustina Guerrero (La Volátil)
“El bicho”, por Diana López Varela (No es país para coños) y Akira Pantsu (Planeta Manga)
“Auctoritas”, por Estefanía Molina (La Sexta Noche, Al rojo vivo) y Ana Oncina (Los f*cking 30)
“Soledad”, por Eva Amaral (Salto al Color) y María Hesse (Frida Kahlo, Bowie, El placer)
“Más mujer”, por Leticia Dolera (Morder la manzana) y Raquel Riba Rossy (Lola Vendetta)
“Pasos de tortuga”, de Sandra Sabatés (El intermedio) y Sandra Cardona (Bouillon)
“Por una falda de plátanos”, de Almudena Grandes (Los besos en el pan) y Sara Herranz (La persona incorrecta)
“Mzungu”, de Patricia Campos (Tierra, mar y aire) y Sara Soler (En la oscuridad)

De las historias que más me han gustado, la de Julio explicado por la periodista Julia Otero y la de 24 horas de Lola García y Agustina Guerrero.

Se lee en un pis y es muy entretenida.

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En este volumen se reúnen algunas de las autoras más relevantes del panorama sociocultural actual que nos cuentan unas historias muy íntimas y personales, trasladadas a novela gráfica por algunas de las mejores dibujantes contemporáneas.
Una antología necesaria de relatos universales en formato novela gráfica.
Tras una preciosa ilustración de cubierta de Esther Gili donde se evoca la ensoñación y la creatividad, hay nueve historias cortas que no dejarán a nadie indiferente.
Son relatos que hablan sobre un padre feminista; sobre cómo la anorexia fue el síndrome de la impostora original; sobre cómo las mujeres se silencian a ellas mismas; sobre una canción reúne a todas las mujeres de la historia; sobre cómo la vida de tus antepasadas te ha formado como eres hoy; sobre cómo un momento compartido entre madre e hija se convierte en la semilla de tu obra, y sobre usar la valentía para hacer aquello que todo el mundo te dice que no puedes hacer.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Leído: Los besos en el pan de Almudena Grandes

Almudena Grandes, Los besos en el pan. Madrid: Tusquets, 2015. 336 p.

Leer y a veces releer la obra de Almudena Grandes es siempre un pequeño placer (exceptuando Las edades de Lulú, que no me gusta nada de nada). Y esta nueva obra suya no decepciona y continúa con su misma estela. En este caso se trata de unos relatos sobre una comunidad de vecinos que viven en un barrio de Madrid (y que como ella dice en el prólogo podría ser de cualquier barrio de España) y cómo sobrellevan el tema de la crisis económica en su vida diaria.

Son unos relatos, que en algunos casos, te dejan el corazón en un puño (cómo el de las chicas chinas de la tienda de manicura) y es que a menudo la realidad supera la ficción, y en otros te das cuenta que la vida es maravillosa y que hay que aprovecharla a tope. Con que leo cada fin de semana sus relatos de El País, había uno de ellos que ya me sonaban, pero verlos en su contexto dentro de la obra, y sabiendo lo que ha pasado antes para llegar a ese veraneo atípico entre mares de invernaderos, pues aún más.

Me ha gustado el título de la obra, esa referencia a nuestros padres y abuelos que valoraban el hecho de tener pan hasta el punto de besarlo, cuando nosotros estamos harta de pan, de pan pita, y de cualquier tipo de producto alimentario.

Leí el otro día la crítica de La Vanguardia sobre esta obra, y el autor la tachaba de sentimental, pues sí, será sentimental, pero escribe bien y me gusta ponerme sentimental leyendo una novela.

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¿Qué puede llegar a ocurrirles a los vecinos de un barrio cualquiera en estos tiempos difíciles? ¿Cómo resisten, en pleno ojo del huracán, parejas y personas solas, padres e hijos, jóvenes y ancianos, los embates de una crisis que «amenazó con volverlo todo del revés y aún no lo ha conseguido»? Los besos en el pan cuenta, de manera sutil y conmovedora, cómo transcurre la vida de una familia que vuelve de vacaciones decidida a que su rutina no cambie, pero también la de un recién divorciado al que se oye sollozar tras un tabique, la de una abuela que pone el árbol de Navidad antes de tiempo para animar a los suyos, la de una mujer que decide reinventarse y volver al campo para vivir de las tierras que alimentaron a sus antepasados… En la peluquería, en el bar, en las oficinas o en el centro de salud, muchos vecinos, protagonistas de esta delicada novela coral, vivirán momentos agridulces de una solidaridad inesperada, de indignación y de rabia, pero también de ternura y tesón. Y aprenderán por qué sus abuelos les enseñaron, cuando eran niños, a besar el pan.

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Estamos en un barrio del centro de Madrid. Su nombre no importa, porque podría ser cualquiera entre unos pocos barrios antiguos, con zonas venerables, otras más bien vetustas. Este no tiene muchos monumentos pero es de los bonitos, porque está vivo.
Mi barrio tiene calles irregulares. Las hay amplias, con árboles frondosos que sombrean los balcones de los pisos bajos, aunque abundan más las estrechas. Estas también tienen árboles, más apretados, más juntos y siempre muy bien podados, para que no acaparen el espacio que escasea hasta en el aire, pero verdes, tiernos en primavera y amables en verano, cuando caminar por la mañana temprano por las aceras recién regadas es un lujo sin precio, un placer gratuito. Las plazas son bastantes, no muy grandes. Cada una tiene su iglesia y su estatua en el centro, figuras de héroes o de santos, y sus bancos, sus columpios, sus vallados para los perros, todos iguales entre sí, producto de alguna contrata municipal sobre cuyo origen es mejor no indagar mucho. A cambio, los callejones, pocos pero preciosos, sobre todo para los enamorados clandestinos y los adolescentes partidarios de no entrar en clase, han resistido heroicamente, año tras año, los planes de exterminio diseñados para ellos en las oficinas de urbanismo del Ayuntamiento. Y ahí siguen, vivos, como el barrio mismo.
Pero lo más valioso de este paisaje son las figuras, sus vecinos, tan dispares y variopintos, tan ordenados o caóticos como las casas que habitan. Muchos de ellos han vivido siempre aquí, en las casas buenas, con conserje, ascensor y portal de mármol, que se alinean en las calles anchas y en algunas estrechas, o en edificios más modestos, con un simple chiscón para el portero al lado de la puerta o ni siquiera eso. En este barrio siempre han convivido los portales de mármol y las paredes de yeso, los ricos y los pobres. Los vecinos antiguos resistieron la desbandada de los años setenta del siglo pasado, cuando se puso de moda huir del centro, soportaron la movida de los ochenta, cuando la caída de los precios congregó a una multitud de nuevos colonos que llegaron cargados de estanterías del Rastro, posters del Che Guevara, y telas hindúes que lo mismo servían para adornar la pared, cubrir la cama o forrar un sofá desvencijado, rescatado por los pelos de la basura, y sobrevivieron al resurgir de los noventa, cuando en el primer ensayo de la burbuja inmobiliaria resultó que lo más cool era volver a vivir en el centro.
Después, la realidad empezó a tambalearse al mismo tiempo para todos ellos. Al principio sintieron un temblor, se encontraron sin suelo debajo de los pies y creyeron que era un efecto óptico. No será para tanto, se dijeron, pero fue, y nada cambió en apariencia mientras el asfalto de las calles se resquebrajaba y un vapor ardiente, malsano, infectaba el aire. Nadie vio aquellas grietas, pero todos sintieron que a través de ellas se escapaba la tranquilidad, el bienestar, el futuro. Tampoco reaccionaron todos igual. Quienes renunciaron al combate ya no viven aquí. Los demás siguen luchando contra el dragón con sus propias armas, cada uno a su manera.
Los mayores no tienen tanto miedo.
Ellos recuerdan que, no hace tanto, en las mañanas heladas del invierno las muchachas de servicio no andaban por las calles de Madrid. Las recuerdan siempre corriendo, los brazos cruzados sobre el pecho para intentar retener el calor de una chaqueta de lana, las piernas desnudas, los pies sin calcetines, siempre veloces en sus escuetas zapatillas de lona. Recuerdan también a ciertos hombres oscuros que caminaban despacio, las solapas de la americana levantadas y una maleta de cartón en una mano. Los niños de entonces los mirábamos, nos preguntábamos si no tendrían frío, nos admirábamos de su entereza y nos guardábamos la curiosidad para nosotros mismos

lunes, 29 de diciembre de 2014

Leído: Las tres bodas de Manolita de Almudena Grandes

La tercera parte de los Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes, que pretende explicar la GCE (Guerra Civil Española) desde una visión diferente, la de los que la perdieron y vivieron subyugados durante más de 40 años, me ha gustado mucho, pero de la trilogía sin dudarlo me quedo con el primero Inés y la alegría, que me permitio descubir un episodio de la GCE totalmente desconocido por mi, la invasión del Valle de Aran en Lérida por parte de un grupo de republicanos durante los años 40.
Esta novela dramática explica la vida de Manolita y la de todos los personajes que pupulan a su alrededor durante la GCE y su dura potsguerra. Es una obra dura donde los personajes tienen que hacer lo indecible para sobrevivir y donde Manolita, una muchacha que no se cree capaz para hacerlo, lo consigue y además salva a mucha gente de su alrededor. Algunas de las historias paralelas son super intersantes y en cambio otras pues no, pero aún así su lectura es muy recomendable.
Siempre que acabo de leer cualquier obra de Almudena Grandes, tengo más y más ganas de leer cosas de ella, por qué me gusta mucho su estilo y me engancha totalmente.

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En un Madrid devastado, recién salido de la guerra civil, sobrevivir es un duro oficio cotidiano. Especialmente para Manolita, una joven de dieciocho años que, con su padre y su madrastra encarcelados, y su hermano Antonio escondido en un tablao flamenco, tiene que hacerse cargo de su hermana Isabel y de otros tres más pequeños. A Antonio se le ocurrirá una manera desesperada de prolongar la resistencia en los años más terribles de la represión: utilizar unas multicopistas que nadie sabe poner en marcha para la propaganda clandestina. Y querrá que sea su hermana Manolita, la señorita Conmigo No Contéis, quien visite a un preso que puede darles la clave de su funcionamiento. Manolita no sabe que ese muchacho tímido y sin aparente atractivo va a ser en realidad un hombre determinante en su vida, y querrá visitarlo de nuevo, después de varios periplos, en el destacamento penitenciario de El Valle de los Caídos. Pero antes tiene que saber quién es el delator que merodea por el barrio.
La tres bodas de Manolita es una emotiva historia coral sobre los años de pobreza y desolación en la inmediata posguerra, y un tapiz inolvidable de vidas y destinos, de personajes reales e imaginados. Una novela memorable sobre la red de solidaridad que tejen muchas personas, desde los artistas de un tablao flamenco hasta las mujeres que hacen cola en la cárcel para visitar a los presos, o los antiguos amigos de colegio de su hermano, para proteger a una joven con coraje.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Leído: El lector de Julio Verne de Almudena Grandes


Al fin me he leído la segunda parte de Episodios de una guerra interminable, y al igual que la primera me ha gustado mucho, por que está ambientada en España, en la zona de Jaén, muy cerquita de donde nació mi madre, ella en Ciudad Real, y por que todo lo que iba leyendo me recordaba cosas que mi madre me había explicado, aunque ella núnca me hablase de la Guardia Civil. 
Me ha gustado la manera elegante de enlazar esta historia con el primer episodio, a través de Casa Inés. Y me ha enamorado el personaje de Pepe, el heroe silencioso de esta novela.
Ahora a esperar con ganas la tercera parte.

Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, vive en la casa cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar el verano de 1947. Pepe el Portugués, el forastero misterioso, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez. Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre, y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano. Mientras descubre un mundo nuevo gracias a las novelas de aventuras que le convertirán en otra persona, Nino comprende una verdad que nadie había querido contarle. En la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros liderados por Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda mecanografía.

martes, 26 de junio de 2012

Leído: Inés y la alegría de Almudena Grandes

Parto del principio que cualquier escrito de Almudena Grandes me gusta, uno de mis cuentos preferidos es suyo. Y obviamente esta obra no me ha decepcionado. Explica uno de los momentos oscuros de la historia de España, casi desconocido para muchos, y entre ellos me incluyo. Me han gustado mucho Inés y Galán, y algunos secundarios no tanto. La novela tiene momento entrañables en los que se me saltaban las lágrimas, y cuando una lee en el metro, pues es un engorro. Lo único negativo es que la novela pesa mucho y para cargar con ella todo el día es un agobio.




Toulouse, verano de 1939. Carmen de Pedro, responsable en Francia de los diezmados comunistas españoles, se cruza con Jesús Monzón, un cargo menor del partido que, sin ella intuirlo, alberga un ambicioso plan. Unos años después, en 1944, Monzón, convertido en su pareja, ha organizado el grupo más disciplinado de la Resistencia contra la ocupación alemana, prepara la plataforma de la Unión Nacional Española y cuenta con un ejército de hombres dispuestos a invadir España. Entre ellos está Galán, que ha combatido en la Agrupación de Guerrilleros Españoles y que cree, como muchos otros en el otoño de 1944, que tras el desembarco aliado y la retirada de los alemanes, es posible establecer un gobierno republicano en Viella. No muy lejos de allí, Inés vive recluida y vigilada en casa de su hermano, delegado provincial de Falange en Lérida. Ha sufrido todas las calamidades desde que, sola en Madrid, apoyó la causa republicana durante la guerra, pero ahora, cuando oye a escondidas el anuncio de la operación Reconquista de España en Radio Pirenaica, Inés se arma de valor, y de secreta alegría, para dejar atrás los peores años de su vida

lunes, 23 de abril de 2012

Vivido: Diada de Sant Jordi

Hoy ha sido una Diada de Sant Jordi muy especial, ya que es la primera vez desde hace 7 años, que mi santo y yo estamos solos. Y los hemos aprovechado a tope, desayuno en la Central
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copa de cava en Caelum, y comida en El señor Parellada, con un arroz con jamón fantástico. Y luego a la fiesta de Sant Jordi de la escuela del speedy.
Ahh¡¡ los libros, a primera hora El lector de Julio Verne de Almudena Grandes


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luego ha caído La ley del espejo de Yoshinori Nougchi
y para finalizar las compras El enredo de la bolsa y la vida de Eduardo Mendoza

Y todavía me ha dado tiempo para intercambiar un libro y me he quedado con Com ensorrar la cultura de Woody Allen. Hace años que lo leí y me  gusto, y lo he visto y he aprovechado.




lunes, 13 de septiembre de 2010

Vivido: Regalos de cumpleaños

El sábado un año más he cumplido años. Muchos regalos, como siempre reseñaré los libros
Almudena Grandes, Inés y la alegría
Elvira Lindo, Lo que me queda por vivir

Muy contenta. Otro años más.